"Jamás olvidaré la primera vez que entré a la Macarena aquella tarde de jueves, mi incorporación formal a Sociedad Deliberada. Cuando entré al salón contiguo, reservado para la congregación, ya estaban las mesas puestas en forma de herradura, de manera que todos pudiéramos vernos las caras a modo de parlamento abierto. Olía a una mezcla de caoba y paella valenciana, la luz amarilla tenue de cantina daba la sensación de tiempos remotos. Ya todos estaban sentados. Gerardo, Luis, Pepe, y unos 15 o 20 más, de entre los cuales reconocí a Paola Suárez, una excompañera del ITAM, feminista dura, y a Andrés Toulouse, a quien no conocía en persona, pero era bastante popular por ser nieto de Alejandro Toulouse, empresario poderoso al que López Portillo le expropió una sociedad financiera. Al unísono me saludaron todos como si supieran perfectamente bien quién era, miradas de calurosa bienvenida que confirmaban el beneplácito a mi presencia e ideas. Saludé agradecido con la mano y me senté en uno de los extremos de la herradura a esperar que iniciara la sesión."