Este libro que Adrienne von Speyr dedica a la confesión es una de sus obras más importantes. Sus meditaciones giran en torno al acto y a la actitud de confesión, al encuentro personal y eclesial-sacramental entre el pecador y Dios, en torno a esa apertura sin reservas que es la condición sine qua non de toda gracia, de toda misión y de toda oración.
Lo nuevo en su comprensión de la confesión, que se presenta completa en este libro, es el fundamento trinitario y, muy particularmente, cristológico. La cruz (y en ella toda la encarnación del Hijo) es la confesión arquetípica y originaria: por eso, la confesión cristiana sacramental es, en sentido estricto, seguimiento de Cristo. La inmensa fecundidad de este fundamento dogmático se desplegará en todos sus aspectos en la presente obra, en la que la autora ofrece mucho menos un sistema cerrado que una abundancia de proposiciones que abren al Misterio.
Del fundamento trinitario-cristológico resulta, esencialmente, el vasto camino de exploración del cuerpo eclesial: aquí la autora se encuentra con la actual discusión dogmática e histórica, en la que interviene con fecunda originalidad gracias a su propia intuición fundamental.