A pesar de que en años recientes hay un creciente interés en la fisiopatología del dolor, un número importante de pacientes posoperados no reciben un alivio adecuado, el cual puede abarcar hasta 50% de los casos. Este tratamiento insuficiente puede atribuirse a varios factores, como la falta de educación formal sobre su manejo, ideas erróneas con respecto al potencial adictivo de los opioides y la tolerancia a los mismos, una evaluación inadecuada, una interpretación errónea de las indicaciones médicas y el énfasis tradicional en la dosis por razón necesaria, o la utilización de vías de administración inadecuadas. Este interés se debe a que actualmente se conocen los efectos deletéreos presentados en el paciente que sufre dolor, tales como isquemia y arritmias cardiacas, atelectasias, accidentes tromboembólicos, alteraciones en la cicatrización de heridas y acidosis metabólica; es por esto que una analgesia posoperatoria adecuada consigue disminuir no sólo la morbilidad, sino también la mortalidad posoperatoria, facilita la recuperación, disminuye la morbilidad perioperatoria, cubre las necesidades relacionadas con el proceso de rehabilitación, como es la deambulación precoz, y facilita la movilización activa/pasiva y el alta hospitalaria.