Estamos a principios de los ochenta. Miguel sigue siendo Miguel, pero una tragedia va a cambiar por completo su vida. El carnaval va a marcar la vida profesional y personal de Miguel. Es el momento perfecto para dejar de lado todos los estereotipos establecidos y dar rienda suelta a la libertad. La fortuna comienza a cambiar para Miguel. Su carrera da un vuelco. Su popularidad aumenta hasta tal punto que le lleva a trabajar con uno de sus grandes ídolos, Antonio Amaya. El éxito de Miguel vestido de mujer es total y no pasa desapercibido. Casualidad u oportunismo, la cuestión es que Miguel da con la tecla del éxito. Y lo explota. Comienza a ser una realidad que Miguel ha iniciado un cambio sobre los escenarios que poco a poco se verá reflejado en su persona y en su día a día. Ahora su imagen femenina tiene más relevancia que la masculina y, por lo tanto, llamarse Miguel no tiene tanto sentido. Busca un nuevo nombre artístico que refleje la realidad que está viviendo. Por eso recurre a la mujer que más admira: Carmen Amaya.