Tal vez estos diarios los haya escrito Mark Twain haciendo eco de una de sus muy sabias frases: "He descubierto que no hay manera más segura de saber si amas u odias a alguien que hacer un viaje con él". El lector puede concluir que la estadía de Adán y Eva en el Edén no es otra cosa que un viaje al cabo del cual, después de un largo periplo de disgustos, desavenencias y recelos, sobrevino el amor, la indispensable tolerancia que le abre campo a los abrazos.
Ciento diecinueve años después, se conservan el interés y el gusto de la lectura de estos diarios de Adán y Eva, personajes que nos hacen reír y nos hacen pensar en la dicha que significa la vida despojada de prejuicios, de las anteojeras que nos pone la cultura (la que nos conduce como borregos a los templos del consumo), de las mentiras a las cuales terminamos aferrados sustentando nuestras propias arrogancias.
Luis Germán Sierra