De alguna manera, había que saber si la historia era verdadera o falsa.
Ezequiel Frutos Almería se embarca en una búsqueda que lo lleva a los orígenes de Waldemar Valle Iturrieta y su fantástica historia, o lo más creíble de su historia, entendiendo una vez más, que la verdad no existe y que solo depende del que la cuenta.
En ese periplo, surgen las cosas que uno supone que nunca le pueden pasar y quedan obvias las contradicciones en las que cualquier individuo transcurre su vida.
Si Waldemar no hubiera existido, habría que haberlo inventado.
Vela la pena.