En Colombia, se implementaron reformas neoliberales en el sector agrario a finales del siglo pasado, con el objetivo de debilitar el papel del Estado en la regulación económica y de promover mercados autorregulados. Estas reformas incluyeron reducciones en el gasto público, privatizaciones y desregulaciones en sectores como el comercio, la banca y la inversión extranjera. La Ley 160 de 1994 fue una medida que reestructuró el sector agrícola para adaptarse a una economía abierta y competitiva, introduciendo el mercado de tierras como solución a la distribución de la propiedad rural.
Sin embargo, estas reformas tuvieron consecuencias negativas para los pequeños y medianos campesinos, quienes se vieron afectados por la crisis política y la violencia en el país. La agenda neoliberal buscaba liberalizar el sector agrícola y promover la especialización en productos con ventaja comparativa en los mercados internacionales. En este contexto, el neoinstitucionalismo, como corriente teórica, influyó en el cuerpo normativo e institucional del sector agrícola en Colombia y contribuyó en la conformación de nuevas instituciones para garantizar el mercado de tierras y un orden económico eficiente en el sector.