Narradas con un pulso delicado, las historias de Pérez nos sacuden y desdoblan hacia universos que laten entre luces y sombras. Sus personajes deambulan entre lo diáfano y lo nebuloso, porque solo ahí, en la ambigüedad de lo que se ha dicho, la sutileza del silencio, de las imágenes esculpidas y el vacío, es donde podemos reconocernos y aceptar que las categorías a las que nos hemos adscrito no son más que círculos dibujados en la arena, siempre a punto de desaparecer. Lissete Juárez