Érase una vez, Nicholas Pembrook, príncipe heredero de Wessco, popularmente conocido como «su cuerpazo real». Encantador, atractivo y rico, tiene el mundo a sus pies (literalmente).
Érase una vez, Olivia Hammond, humilde pastelera de Nueva York. Preciosa, trabajadora y sin una pizca de paciencia para tíos arrogantes.
Érase una vez, una noche de tormenta en Manhattan, en la que el príncipe conoce a la pastelera y? ella le estampa un pastel en la cara.
Olivia no espera volver a ver a Nicholas, pero él se ha quedado con el sabor dulce en los labios y pretende conquistar a Olivia, cueste lo que cueste. Y, poco a poco, ella irá descubriendo que detrás de las sonrisas del príncipe se esconde un gran corazón.
Pero esto no es un cuento. En el mundo real no hay hadas madrinas, pero sí una reina estirada que, a pesar de que no corta cabezas, no está dispuesta a que una plebeya se acerque al trono? o a su príncipe.
Nicholas y Olivia tendrán que hacerse una pregunta: ¿amor o deber?