En este emocionante romance, el Espíritu Lucius no remite a los luminosos momentos vividos por la humanidad en el tiempo de Jesús, envolviendo al Senador Publio Lentulus, a su esposa Livia, a Zacarías, Pilatos, entre otros. A través de sus dramas y experiencias, el lector podrá sentir que, a pesar de todas nuestras caídas, el Amor nunca nos abandona al desamparo, ayudándonos a salir de los abismos oscuros donde somos proyectados por nuestra propia ignorancia.Lucius nos cuenta cómo Jesús se acordó de Pilatos, cuya tradición religiosa señalaba como el poderoso romano que se lavara las manos en el momento más importante de su vida, intentando limpiarse de aquella condena que él, efectivamente, consideraba injusta, al declarar que no veía crimen en aquel hombre. Su condición de poder y la capacidad militar como representante del más grande imperio de la Tierra no fue capaz de impedir que un simple mendigo fuese crucificado cruelmente.Gracias al pedido de Jesús, Zacarías, uno de los llamados setenta, asumiera la tarea de amparar al gobernador Pilatos en todos los lances de su caminata, después de la crucifixión del Justo, a fin de que aquel importante gobernante romano pudiese sentirse auxiliado en las pruebas difíciles que tendría que enfrentar.A través de sus dramas y experiencias, el lector podrá sentir que, a pesar de todas nuestras caídas, el Amor nunca nos abandona al desamparo, ayudándonos a salir de los abismos oscuros donde somos proyectados por nuestra propia ignorancia.