Esta novela aborda temas como las trampas de la memoria, los límites del arte o las distintas maneras de enfrentarse al proceso creativo. Pero habla, sobre todo, del cuerpo: el cuerpo herido, el cuerpo incorrecto, el cuerpo político, el cuerpo objeto. Así, el relato constituye una celebración de las bellezas diferentes, fuera de la norma, como la de la verdadera protagonista del libro, Jacqueline Dublanche. A sus treinta y dos años, Elías Ibarra todavía aspira a convertirse en escritor, y el proceso de búsqueda de una voz propia lo lleva a a matricularse en el prestigioso taller de Maximilian Petrenko en Columbia, Nueva York. Aunque llega a la ciudad inmerso en una profunda crisis de autoestima y sintiéndose inexplicablemente culpable. Viene de Myrtle Beach (Carolina del Sur), donde ha pasado el verano trabajado en un parque de atracciones. Por alguna razón, es incapaz de escapar de los dolorosos recuerdos de aquella ciudad, cosa que su profesor aprovecha para obligarle a escribir sobre todo lo que le ocurrió allí. Elías empieza a escribir. Y recuerda el calor agobiante de Myrtle Beach, el motel Calypso, las burlas de sus compañeros, el pánico que le producía trabajar de cara al público y la brutalidad policial. Revive sus complejos, los conflictos con ciertos clientes o sus vergonzosas borracheras en el Kriptonite? Entre tanto, colabora en una instalación artística con Jacqueline Dublanche, estudiante de arte gorda, pero muy popular en el campus, por la que llegará a obsesionarse. Elías ya nunca volverá a ser el mismo. Y a partir de ese momento tendrá lugar un turbulento desenlace, narrado a través de un original cambio de plano, que propondrá al lector un cautivador juego de simbologías.