Durante buena parte de esta novela Gonzalo es un poetastro que quiere ser poeta y un padrastro que se comporta como si fuera el padre biológico de Vicente, un niño adicto a la comida para gatos que años más tarde se niega a estudiar en la universidad porque su sueño principal es convertirse -también- en poeta, a pesar de los consejos de Carla, su orgullosamente solitaria madre, y de León, un padre mediocre dedicado a coleccionar autitos de juguete.
El poderoso mito de la poesía chilena -un personaje secundario dice, aludiendo a los veredictos de la Academia Sueca, que los chilenos son bicampeones mundiales de poesía- es revisitado y cuestionado por Pru, una periodista gringa que se convierte en testigo accidental de ese esquivo e intenso mundo de héroes e impostores literarios.
«La verdadera seriedad es cómica», decía Nicanor Parra, y esta novela sobre poetas que desprecian las novelas lo demuestra brillantemente.
El laberinto masculino actual, los trágicos vaivenes del amor, las familias -o familiastras- fugaces, la omnipresente desconfanza en instituciones y autoridades, el deseo valiente y obcecado de pertenecer a una comunidad en parte imaginaria, el sentido de escribir y de leer en un mundo hostil que parece desmoronarse a toda velocidad... Son muchos los temas que este libro hermoso, contundente y desenfadado pone encima de la mesa. Autor de obras que se han vuelto emblemáticas, como Bonsái, Formas de volver a casa, Mis documentos o Facsímil, Alejandro Zambra regresa en grande a la novela con este libro que lo confirma como una de las voces fundamentales de la literatura latinoamericana en lo que va de siglo.
«Un originalísimo autor» (J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia).
«Uno de los estilos más reconocibles de nuestra literatura» (Nadal Suau, El Mundo).
«Una voz pausada y absorbente, persuasiva incluso cuando duda, que despierta y recompensa el deseo de seguir escuchando» (Chris Andrews, Times Literary Supplement).
«Leí las novelas de Alejandro Zambra una tras otra, porque eran muy buena compañía. Sus libros son como la llamada de un viejo amigo en mitad de la noche, y luego extrañé la voz elegante y divertida del otro lado del teléfono, con sus historias raras y hermosas» (Nicole Krauss).
«No hay otro escritor como Alejandro Zambra, no hay nadie tan arriesgado, tan sutil, tan divertido» (Daniel Alarcón).
«Un escritor notable, muy perceptivo frente a la diversidad de las formas» (Ricardo Piglia).
«Adoro sus fulminantes audacias» (Enrique Vila-Matas).