Los Cuadernos de Rusia, de Dionisio Ridruejo, mas alla del testimonio y radiografia de un fascista con voluntad documental, como notas de viaje y asueto, de meditacion o de tiento lirico, como apuntes de vida agitada y remansada, destilan una viveza de observacion y una calidad literaria indiscutible. En palabras de Jordi Gracia, responsable del prlogo: "e;las sorpresas de la lectura poltica van a ser muy escasas frente a la riqueza de una lectura integral del texto como operacin literaria frustrada, abandonada o aplazada para tiempos mejores que ya no iba a vivir. Y se es el mejor regalo de esta nueva edicin de Cuadernos de Rusia: autorizarnos a leer entero al Ridruejo divisionario y fascista y a apreciar por tanto la tensin interna de la prosa, la riqueza descriptiva, los matices estilsticos del paisajista de sensaciones, las analogas con paisajes castellanos o la voluntaria empata emocional con quienes soportan a la fuerza el paso y la convivencia de las tropas en sus casas y aldeas. Por eso la lectura de este fresco literario de una empresa equivocada ofrece hoy la oportunidad de mancharse con el barro, la nieve pisoteada, la suciedad de la guerra, el drama de los muertos y el dolor de la consuncin, y al mismo tiempo asistir a la despedida definitiva de una prolongada juventud."e;
Los Cuadernos de Rusia, de Dionisio Ridruejo, más allá del testimonio y radiografía de un fascista con voluntad documental, como notas de viaje y asueto, de meditación o de tiento lírico, como apuntes de vida agitada y remansada, destilan una viveza de observación y una calidad literaria indiscutible.
En palabras de Jordi Gracia, responsable del prólogo: «las sorpresas de la lectura política van a ser muy escasas frente a la riqueza de una lectura integral del texto como operación literaria frustrada, abandonada o aplazada para tiempos mejores que ya no iba a vivir. Y ése es el mejor regalo de esta nueva edición de Cuadernos de Rusia: autorizarnos a leer entero al Ridruejo divisionario y fascista y a apreciar por tanto la tensión interna de la prosa, la riqueza descriptiva, los matices estilísticos del paisajista de sensaciones, las analogías con paisajes castellanos o la voluntaria empatía emocional con quienes soportan a la fuerza el paso y la convivencia de las tropas en sus casas y aldeas. Por eso la lectura de este fresco literario de una empresa equivocada ofrece hoy la oportunidad de mancharse con el barro, la nieve pisoteada, la suciedad de la guerra, el drama de los muertos y el dolor de la consunción, y al mismo tiempo asistir a la despedida definitiva de una prolongada juventud.»